jueves, 25 de septiembre de 2014

Sebastián Díaz Villalba: Aquí y allá

Su nombre es Sebastián Díaz Villalba, tiene 25 años. Aficionado por la fotografía y emprendedor de Birmania Accesorios junto a su novia Candelaria Maidana. Su madre neoyorquina y su padre salteño, quienes tomaron como centro de sus vidas el viaje. Así nos introducimos en la biografía de Sebas, un trotamundos que eligió a Córdoba por sobre todas las ciudades en las que estuvo.  


                                               Candelaria y Sebastián por Rosario Llácer



"Cansado de Europa y su estilo de vida, me fui a vivir a Córdoba (Argentina). Sabía de algunos salteños que vivían ahí, así que me puse en contacto con ellos.",Sebas.


Pero, ¿Cómo comenzó todo?: Su padre largó su campaña de viaje a los 17 años y su madre a los 15 años. Se conocieron en París, y ahí vivieron. Pero al llegar el momento del nacimiento de Sebas, ambos se fueron a Salta para que nazca ahí. Cuando cumplió seis meses volvieron a París, aunque la muerte de su abuelo paterno los llevó de vuelta a Salta.


Cuenta Sebastián que cuando tenía un año, sus papás se separaron y desde ese entonces su padre se encargó de él. Su madre, en cambio, decidió irse a vivir a México con su otro hijo (medio hermano de “el francés”). Como su padre consiguió trabajo en Bolivia como profesor de filosofía, se mudaron para allá donde permanecieron 2 años.


“De ahí nos fuimos a París, donde mi padre había hecho toda su carrera universitaria. Fuimos a parar al departamento de una ex mujer suya, en un barrio que queda en un suburbio parisino. Ahí empecé mi primer grado en un colegio francés. Yo no sabía hablar nada de francés. Aprendí a la fuerza y gracias a dos compañeras latinas.”
Sus compañeros eran todos inmigrantes de diferentes países, “los franceses eran contados con los dedos de las manos. Así que tan perdido no me sentía”, comenta.
En el patio del colegio había mucha violencia, era un barrio pobre. Se fumaba, se robaba y también se jugaba.


Cursó toda la primaria en ese colegio, y para que cambie de ambiente, su padre decidió que vaya al mismo colegio donde él enseñaba filosofía. “Unos de los mejores colegios privados parisinos. Como era profesor ahí, no me cobraban nada.“ agrega Sebas.
Dos años después, volvieron a Salta para entrar en contacto con sus raíces argentinas y que no sea “tan parisino”. “ A los 12 años, entre a cursar mi sexto año en un colegio privado. Fue una época de mucho movimiento. En los 2 años y medio que estuve en Salta cambie 5 veces de colegio. Tenía muchos problemas de conducta. Además, todos eran católicos y yo ni bautizado.”


"Yo cuando lo conocí al “francés”, lo conocí ya distinto a la personalidad que tenía antes digamos. Desde su look que tenía antes, no lo llegué a conocer del todo. Pero lo que pude ver es que se lo ve más contento, más centrado en lo que quiere, en lo que busca. Lo veo muy bueno, algo positivo a ese cambio, o sea, con la novia, con la religión, la forma de vida, la rutina. Quizás un poco asustado o estresado con todas las cosas que tiene pero en general le hizo bien ese cambio de lo que tenía antes y lo que tiene ahora… feliz de la vida!" ,cuenta Baltazar Nioi, un amigo que se hizo cuando llegó a Córdoba.


Sebastián no se sentía cómodo con la sociedad salteña, que la define como “tradicional, con muchos prejuicios y poca apertura de cabeza”. Esto lo llevó a regresar a París antes de cumplir 15 años. Su padre decidió acompañarlo.


“Yo me fui a vivir a lo de un amigo y mi padre a un cuartito de 12 metros cuadrados en un lindo barrio de París. No encontró trabajo de profesor así que empezó a trabajar en la recepción de un hotel. No se sentía bien, ya que a la edad que tenía le costaba trabajar en algo que no era lo suyo.
A los tres meses, me mudé con él, ya que se me complicaba vivir con otra familia.
Vivimos en ese cuarto durante 6 meses. En un séptimo piso sin ascensor, sin ducha, sin heladera, ni baño privado. Para ducharnos, teníamos que ir a un asilo de ancianos a un par de cuadras. “


Cuando Sebastián cumplió 16, su papá consigue por fin trabajo de profesor en el sur de Francia. Pero se niega a seguirlo ya que estaba muy acostumbrado a París y la convivencia se hacía muy difícil y cada vez más violenta su relación.
Se quedó viviendo sólo en un suburbio, su padre le pagaba el alquiler y él el resto de sus gastos.


“Empezó para mí, un período de rebeldía y de búsqueda. Lectura y pensamiento. Pero mi vida perdía su sentido. El alcohol se volvió mi mejor compañero al igual que las drogas. Seguía yendo al colegio y mis notas no decayeron. Por lo tanto, mi padre no sospechaba nada. Emocionalmente estaba muy mal y todas mis relaciones sentimentales sufrían por mi malestar. Hice daño a muchas mujeres, y alejaba a todos de mí. Me sentía solo, perdido, y constantemente angustiado.
Fueron pocas las personas que me acompañaron, ya que no tenía aprecio por nadie.


"Cuando yo lo conocí a él, él ya estaba en un proceso de cambio, pero se puede decir que igualmente necesitó apoyarse en mi hombro. Aunque obviamente, no hizo los cambios por mi, fue un proceso que venía hace un largo tiempo, antes de conocerme. Y no sólo él se apoyó en mi, sino yo también aprendí muchas cosas de él. Y yo también me apoyé en él. Al haber tenido tantas vivencias, y tanto, es como que me pudo ayudar a mí en muchas cosas y bueno, entre los dos nos ayudamos.",su novia hablando del momento en el que lo conoció.


A los 17 años me fui a Argentina, y una vez allí, decidí dejar el colegio. Me quedé viviendo en casa de amigos durante 8 meses en los cuales mi única actividad era salir, fumar y tomar. Cuando esa vida me aburrió, decidí volver a París y terminé el secundario en modalidad distancia.
Empecé abogacía en una facultad parisina y trabajé en diversos lugares como bares, ventas, de niñero, etc. A los pocos meses dejé la facultad, no tenía suficiente dinero para vivir y no me daban los tiempos para trabajar y estudiar.
Cansado de Europa y su estilo de vida, me fui a vivir a Córdoba (Argentina). Sabía de algunos salteños que vivían ahí así que me puse en contacto con ellos.
A los dos años de vivir en esta ciudad, después de un par de incidentes, dejé de tomar alcohol y empecé a cambiar en muchos aspectos de mi vida.
Me fui acercando a la religión, hasta el punto de llegar a bautizarme y convertirme en católico.“


"Fue sorpresivo para todos, porque dejó el cigarrillo, el alcohol y el porro de un día para el otro. De tener todos los vicios a dejarlos todos y en el día a día parecía que no le costaba, es una persona de mucha voluntad. Y el otro gran cambio que también me sorprendió fue de tener una postura e ideología. De no depender ni tener ninguna religión a bautizarse, hacer la comunión y ser uno de los creyentes del catolicismo con más fe que conozco.",comenta Federico Frezze, un amigo.


Para que te ubiques